El último pupitre

Vimos esta película hace bastante tiempo, creo que fue en la 2 de tve, y nos gustó muchísimo. Tiene ese toque capaz de provocar en el espectador una sensación a caballo entre la tristeza más dramática y la alegría que nos regalan las pequeñas cosas de la vida. Esa sensación que te dibuja una media sonrisa, que sin remedio se vuelve sal.

Al finalizar la película, como digo, es imposible escapar de esa emoción mestiza en la que tienes la mente clara y el corazón encogido. En ese momento no es posible fabricar palabra alguna y, tras recibir una lección de vida de un niño de 10 años, sólo el silencio parece acompañarte mientras el coche se aleja. Silencio eterno, de no ser porque una melancólica canción de preciosa letra se hace cargo de erizar nuestras emociones.

Con la garganta aún amordazada, pudimos apreciar que aquellas palabras representaban para nosotros un cruce de diferentes caminos. Uno de ellos conducía a otra canción más roquera interpretada por Los Suaves. El otro camino venía directamente del comienzo, del germen, pues tú ya conocías el poema original posteriormente musicado. Un precioso poema que José Agustín Goytisolo escribió, sin olvidar a su madre, pensando en su hija: Palabras para Julia.

La versión que aparece en la película es, según tengo entendido, la primera versión musicada del poema, de Paco Ibañez, aunque en este caso está interpretada por Liliana Herrero.

Es bonito ver como carreteras diferentes pueden encontrarse en inesperados cruces de caminos. Y es ahí, donde se vuelven uno, cuando comprendemos que no importa ni el origen ni el destino, sino apreciar las encrucijadas y permanecer en el camino.