El último pupitre

Antes de nada quería disculparme por llevar tanto tiempo desaparecido de este desértico blog y por, casi con toda seguridad, seguir alargando este abandono en los próximos meses.

La razón de mi ausencia no es que me haya quedado sin temas originales y que me repita como el ajo (¡no, qué va!), la razón es que llevo meses escondido intentando escapar del Sistema... del sistema de detección de insurgentes con el que han dotado a las Fuerzas de Seguridad del Estado. En particular me escondo del general del sexto regimiento de las hordas de Prosegur. Un mal pájaro con aires de grandeza y una pistola que, desde que aprobaron la ley de seguridad privada, dirige sus operaciones desde Fort KRefour ofertando un suculento 2x1 en palizas y detenciones.

Pero como la Navidad es ese momento en el que uno debe dejar de atormentarse con asuntos tan insignificantes como la libertad, la justicia y majaderías varias, y debe arrojarse a la felicidad por decreto, he querido arriesgarme a salir de mi escondrijo para felicitaros las fiestas como es debido. No obstante, antes de la felicitación quisiera atormentaros un poco con mis divagaciones así que voy a abonarme a una fórmula ganadora: hacer un resumen del año. Vamos allá con este convulso año...

Como he dicho antes, en este año las empresas de seguridad privada han impuesto la ley del Gobierno al ritmo del Cara al sol. Comenzaron multando a carritos en doble fila y poniendo radares en el Mercadona para cazar a las cestitas tuneadas. Además de bolsas, uno debe ahora llevarse su propio carrito con la ITV pasada. Extendieron su jurisdicción más allá de los aparcamientos del Carrefour y se diversificaron haciendo competencia a sus compañeros antidisturbios y a la mismísima Blackwater.

El Gobierno privatizó la Hermandad de Donantes de Sangre y facilitó muy amablemente a todos los ciudadanos la posibilidad de utilizar su sangre para hacer frente a las continuas subidas de luz. Rechazó todas las enmiendas de la oposición, incluso la muy humana propuesta de Rubalcaba de hacer desgravar los pagos de sangre en la Declaración de la Renta. También rechazó la de IU de denominar a los pagadores como donantes y donantas.

Rajoy, apoyado por todas esas personas decentes de centro, sacó los tanques a la calle para evitar que los catalanes decidieran unilateralmente llamar "paisana" a la tostada de tomate y jamón. "En una democracia que se precie" -apunta Rajoy- "la soberanía nacional recae en el pueblo, que para eso somos liberales". El próximo domingo los españoles votaremos el color de calzoncillos que deben vestir los catalanes.

El Gobierno se congratuló de que, como adelantó Rajoy, no quedara nadie apuntado en las oficinas del INEM-Adecco. España logró al fin el tan ansiado pleno empleo y difundió en todas las cadenas de la endogámica televisión de este país la cifra oficial del 0% de paro. Ante las capciosas preguntas de la oposición sobre los millones de personas que no tenían trabajo y que se manifestaban en la calle, Rajoy respondió que sólo eran "unos hilillos". También subieron los impuestos para compensar las pérdidas de las ETTs.

Gracias a los avances en justicia, el efecto llamada del caso Prestige impulsó el comercio exterior y, con las ganancias, España importó el Mar Negro y tiñó nuestras costas del color de los hilillos de Rajoy. Gracias a esto, ahora nuestra dieta mediterránea se ha visto enriquecida con nuevas variedades de pescado con OmegaGalp y acido BPoleico.

Desde el ofrecimiento de carne fresca y barata que hizo nuestro presidente en China, España se ha convertido en un referente mundial de mano de obra cualificada. La Marca España se revalorizó cuando empezamos a regalar un látigo con cada curri-esclavo adquirido.

El "España: sol y playa" fue embargado por Alemania para uso y disfrute de los buenos alemanes (los ricos, se supone). A cambio, la gentil Merkel nos devolvió el "de sol a sol".

En los partidos de la selección de fútbol se sustituyó el "yo soy español, español, español" por la sintonía del anuncio de Campofrío, una marca tan española que, aunque en manos extranjeras, mantiene ese espíritu fiestero tan español de rebuscar choped en los contenedores de basura.
Sé que me quedo en el tintero muchos eventos de este país pero debo ir terminando, que tengo prisa, así que olvidemos por un momento estas pequeñas anécdotas y dejad que os felicite las fiestas y os desee que las paśeis muy bien y con la gente que más queráis.

¡Felices fiestas y feliz 2015!

...

- ¿Pero quién coño eres tú?
- Tranquilo que todo tiene una explicación...
- Ni explicación ni leches, que aunque seas un tipo bastante atractivo y encantador no voy a dejarme embaucar por esa oratoria tan encandilante, propia de un tipo con un coeficiente de inteligente muy superior a la media... ¡Que no me líes!, ¿quién eres tú y qué haces felicitando el 2015 si todavía no hemos llegado a 2014? (Sin olvidar que no pudimos disfrutar de 2013).
- No, mira... soy tú dentro de un año y he venido a...
- ¡¿Me traes lejía?! Porque iba a limpiar y me vendría muy bien.
- ¿Lejía? No, lejía no (que mal me sentó el 2013). Vengo a alertarte de algo que cambiará el mundo y que debes evitar a toda costa.
- ¿Y por eso te has metido en mi blog?
- Bueno, es que como últimamente no escribes nada en él he pensado que ya que estaba aquí... y como soy tú, que tú eres yo, que soy tu yo del futuro, que somos... ¡hostia qué puto lío! En fin... oye, la culpa es tuya que no cambias las contraseñas.
- Pero aunque la hubiese cambiado, tú la recordarías porque ya has estado aquí, ¿no?
- ¡¿Con tu memoria?! Sí, claro. Pero mira, dejemos las paradojas temporales que la gente ha dejado de leer esto hace tiempo y ha empezado a borrar tu número de la agenda. He venido a alertarte de algo que debes evitar para salvar al Mundo.
- O_O ¿? Cuenta, cuenta.
- Allá voy... [Continuará].

Eso sí, continuará en un correcto (temporalmente hablando)...

...¡Feliz 2014!