Debo reconocer que no soy ningún experto en el tema del Sahara Occidental pero bueno, no soy experto en nada y a pesar de ello hablo de cualquier cosa así que allá voy.
El conflicto es ya veterano y, por desgracia, no parece que la comunidad internacional esté dispuesta a hacer demasiado para ponerle fin.
Todo se remonta a la década de los sesenta cuando, en medio del proceso de descolonización que se estaba produciendo en todo el mundo, la ONU pidió a España que renunciase a sus posesiones coloniales entre las que se encontraba el Sahara Occidental. España aceptó pero como dice el refrán, del dicho al hecho hay un trecho, y el prometido referéndum de auto-determinación no llegó a realizarse. Casualmente, cuando España parecía decidida a realizar dicho proceso, entró Marruecos en escena y aprovechó la situación para invadir el territorio desviando la atención con su "Marcha Verde".
Con semejante panorama, España se olvidó de aquella, su provincia, y firmó un tratado con Marruecos y Mauritania, que también quería sacar tajada, para cederles "la administración" del territorio (sí amigos, también les cedía la vida de las personas que allí vivían). Mauritania acabó renunciando a "su parte", eso sí, obligada por el Frente Polisario, ¡que aquí nadie regala nada!
Y así estamos a día de hoy, una zona sin dueño oficial pero con un pueblo invadido y dominado (al menos en una de sus zonas más ricas), con la promesa de un referéndum de auto-determinación avalado por los derechos humanos que no llega nunca. Un pueblo que debe elegir entre vivir oprimido, exiliarse o malvivir como refugiado en el desierto argelino. Y mientras tanto, la comunidad internacional parece impotente ante un conflicto en el que el invasor es el aliado y en el que España, culpable de su abandono, no alza la voz.
Mañana volveremos a nuestras vidas, y nuevas noticias harán que olvidemos la de hoy como hacemos con tantas otras. Pero eso lo haremos mañana, hoy sin embargo, imaginamos de lejos y a ritmo de zapping el sentimiento que algunos nunca podrán olvidar, el dolor de perder un amigo, un hermano, un hijo. Un niño de tan sólo 14 años, muerto a manos de la policía marroquí. Un niño cuyo mayor pecado fue el de nacer entre los desheredado de este mundo. Un niño que ya nunca podrá ver un Sahara libre.
0
0 comentarios: